Cacao
El cacao es una planta nativa de las selvas lluviosas del continente americano. Habita en la sombra de la selva, sobre suelos húmedos, bien drenados, con abundante materia orgánica. Requiere una precipitación anual mayor a los 2,000 mm de lluvia y una temperatura superior a los 16° C. Se distribuye exclusivamente entre los 18° norte y 15° sur de latitud y prospera desde el nivel del mar hasta los 1000 metros de altura.
El cacao se caracteriza por producir sus flores y frutos desde el tronco. En condiciones silvestres el cacao crece regularmente en densidades muy bajas, de alrededor de 5 plantas por hectárea con escasa producción de flores y frutos. En condiciones de cultivo es posible cultivar unas 1000 plantas por hectárea. Las plantas cultivadas producen cientos de flores de las cuales sólo llega a fructificar entre el uno y el tres por ciento. Las semillas germinan a los pocos días y no pueden ser almacenadas por más de tres meses. Los árboles jóvenes inician la producción de frutos, dependiendo de la variedad, entre los tres y los cinco años. Los frutos contienen entre 25 y 40 semillas rodeadas de una pulpa de agradable sabor. Como las plantas no tienen un mecanismo para que los frutos puedan abrirse, requieren de la intervención del hombre, monos o ardillas para la dispersión de sus semillas. Los frutos requieren de un periodo de entre cuatro y cinco meses para alcanzar su completo desarrollo y aproximadamente un mes para madurar. Regularmente se realizan dos cosechas al año.
Clasificación
El cacao se conoce científicamente como Theobroma cacao L. La especie fue descrita por Linneo en 1753. La palabra Theobroma proviene del griego, y significa “alimento de los dioses”. La palabra cacao (originalmente pronunciada como Kakawa) parece estar relacionada con la familia mixe-zoque y se refiere básicamente para nombrar la planta.
El cacao está relacionado con un grupo de 21 especies cercanas con quienes se sugiere que comparte un ancestro común y por esto también el nombre de Theobroma. El grupo hermano a Theobroma es el género Herrania.
Theobroma cacao L.
Los frutos de cacao son muy variables en relación a su color, forma, tamaño y ornamentación. Por esta razón se han descrito dos subespecies: Theobroma cacao ssp. cacao y Theobroma cacao ssp. spherocarpum. Los agricultores reconocen al menos tres grandes cultivares: el criollo, el forastero y la mezcla de ambos conocido como trinitario; sin embargo, la diversidad es tal que a la fecha no existe una clasificación adecuada.
Distribución
Se ha propuesto que el centro de origen del cacao se encuentra en algún lugar de la Amazonía, hacia donde nacen los ríos Napo, Putumayo y Caqueta, tributarios del Amazonas. Sin embargo, existe mucha controversia para explicar cómo llegó el cacao hasta Mesoamérica, especialmente porque en Mesoamérica existe abundante evidencia sobre su domesticación, cultivo y uso, mientras que en Sudamérica la evidencia es muy escasa.
Algunos investigadores como Schultes, Motamayor, etc. proponen que la distribución de cacao desde Sudamérica hasta Mesoamérica se debe a que la planta fue transportada por el hombre, ya que de otra manera hubiera sido imposible que el cacao atravesara los fríos Andes por el oeste, o la aridez del Golfo de Urabá por el noreste (ver mapa).
Otros investigadores (Pittier, Cuatrecasas, AGP, Ogata), proponemos que el cacao, al igual que muchas otras especies, es una planta con una amplia distribución natural en el continente y que por lo tanto los humanos no son los responsables de la distribución del cacao en Mesoamérica, sino las características propias de la especie.
El cacao y los Olmecas
Es difícil saber cómo ocurrió que los primeros pobladores del continente americano probaron por primera vez las semillas de cacao. Cualquiera que haya sido la situación, se atribuye a los Olmecas la domesticación del cacao en Mesoamérica, hace unos 3,500 años. Los lingüístas consideran que la palabra “cacao” pertenece a la familia Mixe-Zoque, y que tiene una antigüedad de unos 3,000 años, cuando los Olmecas reinaban en sitios tan importantes como San Lorenzo, en el Golfo de México.
Una de las culturas que derivó de los Olmecas, conocida por los arqueólogos como Izapan, dominó el litoral del Pacífico, desde las tierras bajas de lo que ahora es Guatemala, hasta el Istmo de Tehuantepec y las costas del Golfo de México. Es muy probable que la cultura Izapan fue la responsable de cultivar el cacao en el Soconusco, una de las zonas cacaoteras más importantes a la llegada de los españoles, y quienes además enseñaron la palabra cacao y mostraron las virtudes de esta planta a los mayas, que por el año 1,000 a.C., empezaron a poblar las tierras bajas de lo que ahora es el sureste de México, Belice y Guatemala.
El cacao y los Mayas
Gran parte de lo que conocemos acerca del cacao en Mesoamérica en épocas pre-hispánicas se debe a la cultura Maya, especialmente durante el periodo Clásico (250-909 d.C.). Durante el periodo Clásico, los mayas edificaron sus imponentes templos y ciudades y desarrollaron un complejo sistema social en donde floreció el arte y la ciencia. El cacao fue tan importante para la cultura Maya que era utilizado como moneda y por tal motivo, beber chocolate representaba un lujo sólo para las elites.
La evidencia escrita sobre cacao que existe de este periodo se encuentra exquisitamente representada en una serie de vasijas pintadas o grabadas halladas en las tumbas de la nobleza que gobernó los distintos reinos mayas.
Estas tumbas se caracterizaban porque los cuerpos eran colocados sobre un camastro, rodeado de copal, conchas de moluscos, trompetas de madera, cascabeles y caparachos de tortugas. Los cuerpos se envolvían en túnicas especiales y pieles de jaguar, y se adornaban con collares y brazaletes de jade. Cerca del cuerpo se colocaban los utensilios que contenían la comida y las bebidas que el jerarca o el noble disfrutaría en el mas allá.
Las siguientes pinturas, fueron fotografiadas de distintos vasos de cerámica en color y datan del Periodo Clásico tardío (aprox. 750 d.C.). Excepto la pintura de la vasija x, el resto pertenece a coleccionistas privados y por lo tanto, se desconoce su procedencia exacta y dónde se encuentran actualmente depositadas.
Gracias al epígrafe ruso Yuri V. Knorosov, ahora es posible leer gran parte de la escritura maya. Los textos que aparecen comúnmente en estas vasijas se conocen como “Secuencia Standard Primaria” o PPS (por sus siglas en inglés) y, en términos generales, describen una secuencia de información de la siguiente manera: 1) a quién está dedicada la vasija; 2) la forma de la vasija; 3) el tipo de trabajo del artista, ya sea si es una pintura o un grabado, y que a veces se acompañaba de la firma del autor; 4) el contenido de la vasija; 5) se termina con un nombre personal seguido de una serie de títulos de nobleza que aparentemente se refieren al patrón o el noble que encargó la pieza para su futuro entierro.
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